Los comportamientos positivos de estrés de combate, como una mayor atención a los detalles, una rápida toma de decisiones y una mayor conciencia situacional, son a menudo el resultado de un entrenamiento y preparación adecuados antes del despliegue o en entornos militares potencialmente exigentes. Los simulacros, las simulaciones y el entrenamiento psicológico regulares crean familiaridad, generan confianza y ayudan a las personas a desarrollar respuestas apropiadas al estrés que sirven como función protectora durante circunstancias desafiantes. Al anticipar fuentes potenciales de angustia y equipar al personal militar con estrategias efectivas de manejo del estrés, se pueden cultivar conductas positivas de estrés de combate como resultado natural de la capacitación profesional y las iniciativas de preparación.