Signos y síntomas de una necesidad de reemplazo de cadera
¿Qué es la cirugía de reemplazo de cadera?
La cirugía de reemplazo de cadera es un procedimiento en el que todo o parte de una cadera dañada es removido y reemplazado con una cadera o prótesis artificial. La intención de la cirugía es reducir el dolor y aumentar la movilidad del paciente.
Osteoartritis: una causa común
Las personas a menudo buscan una cirugía de reemplazo de cadera cuando padecen osteoartritis. Esta condición crónica implica un deterioro del cartílago. Esto puede ser muy doloroso porque el cartílago amortigua y protege los extremos de los huesos. Cuando el cartílago se rompe, los huesos comienzan a frotarse.
Artritis Reumatoide y Osteonecrosis
Dos afecciones más que pueden llevar a una necesidad de cirugía de reemplazo de cadera son la artritis reumatoide y la osteonecrosis. La artritis reumatoide implica la inflamación de un revestimiento de la articulación. Cuando el revestimiento se inflama, se hincha y puede destruir los huesos y cartílagos circundantes. La osteonecrosis es una enfermedad que hace que el suministro de sangre a un área del hueso disminuya o se pierda. Esta pérdida de sangre puede hacer que el hueso se rompa y se colapse.
Signos y síntomas físicos
Ciertos signos indican la posible necesidad de un reemplazo de cadera. Además de las condiciones artríticas anteriores, el estrés traumático o una lesión en el área de la cadera, el dolor, la rigidez y la movilidad limitada son síntomas de advertencia. Si bien todos son indicadores, la cirugía de reemplazo de cadera puede ser necesaria, no son concluyentes. La necesidad de cirugía depende del grado de dolor y rigidez que experimenta el paciente. Los médicos a menudo recomiendan la cirugía de reemplazo de cadera cuando las actividades diarias, como vestirse y caminar, se vuelven demasiado difíciles.
Signos percibidos por el médico
Además de controlar los síntomas físicos de un paciente, un médico tiene otras formas de determinar Si es necesario el reemplazo de cadera. Un examen físico y el historial del paciente ayudan al médico a determinar dónde se está ejerciendo presión sobre la cadera. Se toman radiografías para determinar cuánto se han deteriorado los huesos y el cartílago. Finalmente, se realizan análisis de sangre para ver si el hueso de la cadera o las articulaciones están infectados.