Química de la ansiedad

La ansiedad es la sensación de miedo, nerviosismo o preocupación que experimenta al anticipar algo desagradable. Pensar en una próxima actuación, perder algo importante o prepararse para una confrontación son situaciones que pueden causar ansiedad. Algunas personas tienen trastornos de ansiedad que hacen que se sientan ansiosas con más frecuencia o más intensamente de lo normal. Estos sentimientos pueden ser provocados por situaciones específicas, por pensamientos irracionales o por nada en absoluto. Independientemente de los factores externos que desencadenan la ansiedad, las reacciones químicas resultantes que ocurren en el cuerpo son complejas.

Síntomas

La mayoría de las personas están familiarizadas con los efectos de la ansiedad, incluida la frecuencia cardíaca rápida, la sudoración, la respiración más rápida y Una sensación tensa, algo náusea en el estómago. Cuando estás ansioso, tu presión arterial aumenta, tu metabolismo se acelera y tus músculos se ponen tensos. Estos síntomas son parte de la respuesta de "lucha o huida", que es la forma en que el cuerpo trata con el miedo, al prepararse para actuar rápidamente ya sea enfrentándose al miedo o huyendo de él. La diferencia entre el miedo y la ansiedad es que el miedo se relaciona con una amenaza inmediata, mientras que anticipar algo temible causa ansiedad. No obstante, el cuerpo responde de la misma manera a ambas emociones.

Mecanismo

Los síntomas de ansiedad son activados por una parte del tronco cerebral llamada locus ceruleus. Cuando se detecta algo estresante, las neuronas en el locus ceruleus comienzan a disparar más intensamente de lo habitual. La norepinefrina, un neurotransmisor, transporta mensajes neuronales desde el locus ceruleus a la médula espinal y otras partes del cerebro. La norepinefrina se libera de las terminaciones nerviosas para actuar sobre el corazón, los vasos sanguíneos y los centros respiratorios, lo que causa un ritmo cardíaco acelerado, una presión arterial más alta y una respiración rápida. Origen:

La amígdala y el hipocampo son dos partes Del cerebro que juega el papel más importante en la ansiedad. La amígdala se encuentra en lo profundo del cerebro e interpreta las señales sensoriales entrantes. Si hay una amenaza, alertará al resto del cerebro, incluido el hipocampo, que crea recuerdos del evento amenazador que luego se almacenan en la amígdala. La amígdala y el hipocampo son los responsables de activar el eje hipotálamo-hipófisis-adrenocortical (HPA), el sistema que regula la respuesta al estrés. Reacciones

En el eje HPA, el hipotálamo es la primera parte de El sistema a ser activado por la amígdala. Luego, el hipotálamo estimula el sistema nervioso simpático para que libere la hormona liberadora de la corticotropina del estrés, o CRH. Luego, CRH actúa sobre la corteza suprarrenal para liberar glucocorticoides, que son hormonas que equilibran la respuesta al estrés facilitando su activación y también inhibiéndola cuando la respuesta ha sido adecuada. La amígdala también se conecta a la materia gris periacueductal en el cerebro, que envía señales a la médula espinal para iniciar una respuesta analgésica. Esto puede suprimir el dolor en una emergencia e iniciar acciones defensivas, por ejemplo, cuando un animal asustado se congela. Interacciones con otros medicamentos

Cinco neurotransmisores: serotonina, norepinefrina, ácido gamma-aminobutírico (GABA), La hormona liberadora de corticotropina (CRH) y la colecistoquinina están involucradas en la ansiedad. La serotonina y el GABA son inhibidores, ya que acallan la respuesta al estrés, mientras que los demás juegan un papel en su activación. En los trastornos de ansiedad, algunos de estos neurotransmisores pueden estar desequilibrados, causando un cambio en la secuencia normal de eventos. La medicación administrada para los trastornos de ansiedad actúa sobre uno o más de estos. Por ejemplo, los medicamentos de benzodiazepina como el Valium usan GABA para suprimir la ansiedad. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) se usan también para tratar la ansiedad. Funcionan aumentando la disponibilidad de serotonina en el cerebro, lo que ayuda a calmar los trastornos de ansiedad, pánico y obsesión.

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